Mamá me pillo haciéndome una paja II
Al día siguiente me levanté más contento que nunca y con una erección de caballo.
Mamá me había dejado una nota debajo de la almohada donde me deseaba que tuviera un buen despertar. Ellos estaban comprado pan y algo de comer en la plaza del pueblo. Vi la nota que cayó al suelo cuando me desperté y casi tiré la almohada.
Me levanté y decidí quitarme la ropa e ir al baño desnudo al no estar ellos en casa.
Encendí la luz del baño y me vi a mí mismo en el reflejo del espejo con la polla tiesa apuntando hacia arriba. Pensé en cascármela ahora que estaba a punto, pero luego pensé que sería una lástima no dejarla para más tarde, aunque un pequeño meneo no me vendría nada mal.
Cogí un poco de jabón de manos y me lo unté en la mano, cogí mi rabo con la mano todo lo lubricada que pude conseguir, y comencé a subir y bajar lentamente.
Notaba mucho placer y más aun recordando lo que había pasado la noche anterior, pero no quería culminar. Quería disfrutar, pero sin llegar al orgasmo, sin correrme.
En eso estaba con mi mano subiendo y bajando cuando oí abrirse la puerta de la calle.
-Carlos, ya estamos en casa. -era papá que me anunciaba que ya volvían de comprar.
-Voy. -contesté subiéndome el pantalón y tratando de que no se notase mucho el bulto en el.
-Hola cariño. -me dijo mamá dándome dos castos besos en la mejilla como si eso pudiera hacernos olvidar lo que había ocurrido horas antes. Pero el brillo en su mirada denotaba que mamá lo tenía muy presente todavía.
Comimos los tres juntos. Yo sentado enfrente de mamá, y papá a mi derecha.
De vez en cuando levantaba la mirada del plato para mirar a mi madre y ella me devolvía la mirada sin que aparentemente papá se enterara de nada.
Por la tarde papá nos propuso acompañarle a pescar al rio.
-Vamos, animaos. Es muy fácil. Yo os pondré el cebo y no tendréis más que tirar la caña y esperar a que piquen. -nos dijo.
-Antonio, Antonio. -le dijo mamá sonriendo como me había dicho aquella vez a mí-. ¿De verdad crees que tu hijo tiene paciencia para estar horas sentado esperando a que quieran picar unos peces?
-Anda Andrea, no creas que nuestro hijo no tiene paciencia para esas cosas. -le contestó papá sonriendo también.
-Pues si tengo paciencia, pero la verdad es que esta tarde tenía pensando hablar con Roberto un rato y luego salir a jugar con mis amigos del pueblo.
-Como queráis panda de aburridos. -nos dijo papá partiéndose de risa-. Me voy a pescar con Benito y Julián. Lo pasaremos bien, y quien sabe si podremos volver a vernos antes del año que viene. Pasarlo bien vosotros también chicos. -y le dio dos besos a mamá y a mí me revolvió el pelo cariñosamente.
Hablé un rato por el móvil con Roberto. Después vi que era pronto aún para salir. Habíamos quedado a las seis y todavía faltaba más de una hora.
Estaba leyendo un comic cuando noté una mano en mi hombro. Era mamá vestida solo con un vestido vaporoso.
-Cariño. Dicen que no hay dos sin tres. Me gustaría verte masturbándote una vez más. -me dijo mientras se agachaba frente a mi cara con la suya a un palmo de la mía.
-¿Estás segura mamá? -le pregunté nervioso y excitado a un tiempo-. Papá te propuso que fuera una única vez la que me vieras haciéndome una paja.
-Ya lo sé tesoro. Pero ¿qué puedo hacer? Me excité mucho la primera vez que te vi, y no digamos la segunda. -dijo echándose el pelo hacia atrás nerviosa-. Sin duda estaba tan excitada o más que yo.
-De acuerdo. Cuando llegasteis esta mañana estaba a punto de, ya sabes.
-Lo imagino cariño. Anda, vamos. -me dijo tomándome de la mano.
Entramos en mi habitación. Mamá trajo una silla de la cocina. Se quitó de nuevo el vestido como la otra vez sin pedirle que quería verla desnuda.
Para entonces estaba muy, muy excitado, tanto que mi polla ya estaba expulsando liquido preseminal.
Agarré mi pene despacio, no quería irme a la primera de cambio, y comencé a subir y bajar por el tronco de mi polla. Mamá me miraba fijamente. Entonces se abrió de piernas mostrando su coño abiertamente. Lo quería, lo deseaba. Deseaba que su querido hijo se hiciera de nuevo una buena paja mientras ella lo miraba.
No iba a durar mucho con esa visión. Mamá se levantó de la silla haciendo que sus tetas botaran unos instantes.
-Puedes elegir donde quieres correrte tesoro. -me dijo amorosamente.
-¿En serio mamá? -le pregunté mientras no dejaba de meneármela.
En un primer momento pensé en pedirle que me dejara correrme sobre su coño, pero luego me pareció demasiado atrevido. Me levanté y le pedí que me dejara correrme en sus nalgas.
-¿Te gusta mi culo, eh tesoro? Claro, puedes correrte en mis nalgas. -me confirmó.
Diciendo esto se tumbó boca abajo en mi cama. Se colocó en una postura mejor dejando que sus nalgas destacaran por encima de su espalda. No podía creerlo, la madre que me había parido dejándose utilizar como un objeto sexual.
Apunté mi polla a sus nalgas y como si un muelle lo impulsara, empecé a eyacular. Dos chorros potentes salpicaron la curva de sus carnosas nalgas. Dirigí seguido mi polla a la raja de su culo, donde otros chorros ya menos potentes se derramaron en la raja, y acabé de rodillas contra el borde de la cama estrujando mi polla al máximo hasta que me derramé del todo y ya no me salió nada más de semen.
-Ufff, dios, ha sido increíble. -dije recuperando la respiración y cayendo de rodillas en el suelo mientras mamá me contemplaba.
Ya recuperado del orgasmo, la ayudé a incorporarse y la volví a limpiar amorosamente como la otra vez.
-Ha sido mejor que ir a pescar con tu padre, ¿verdad? -me preguntó mamá revolviéndome el pelo como había hecho antes papá.
-Sin duda mamá. -le contesté-. Sin duda.
Cuando nos vestimos y volvimos al salón, pensé que si esto iba a quedarse en solo verme masturbarme o si íbamos a dar un paso más allá en algún momento.
Las dos semanas de vacaciones en el pueblo pasaron casi en un suspiro. Los amigos vinieron todos a despedirse un domingo por la tarde, tanto los de mis padres como los míos. Cogimos el coche, que ya estaba cargado con nuestro equipaje, y nos fuimos.
Mis padres agitaban las manos despidiéndose de todo el mundo mientras aun veíamos el pueblo por el retrovisor.
Llegamos a la playa, al hotel que habíamos reservado, pero nos confirmaron que había habido un error en nuestra reserva. En lugar de una habitación doble para nosotros tres, solo tenían una habitación sencilla para dos personas. Nos aseguraron que un par de días, tal vez tres, tuvieran una doble disponible y nos instalarían allí.
La habitación disponía solo de una cama de matrimonio y habían instalado una cama pequeña supletoria para mí. Dejamos el equipaje y decidimos bajar a la playa.
Una vez allí, y para mi sorpresa vi una silueta familiar. Era Roberto mi mejor amigo de la ciudad junto con sus padres y su hermana Lorena con la que aún no me había masturbado mirando su foto.
-Anda que casualidad. -oí que decía Clementina la madre de mi amigo-. Si, se llamaba Clementina, menudo nombre le pusieron a la pobre. Tampoco es tan mayor para que la llamaran así. Roberto tenía razón, mi madre y ella debían de llevarse solo uno o dos años de diferencia.
A su lado estaba su marido también llamado Roberto, y unos metros más allá, intentando clavar la sombrilla, Lorena. Vista así en esa postura con el culo casi en pompa tratando de clavar infructuosamente la sombrilla, la verdad es que estaba aún más buena que en la foto.
Intenté acercarme a ella para ayudarla, pero Roberto me cogió del brazo y me llevó un poco aparte de mis padres y los suyos.
-Tío, joder, ¿no te has pajeado con la foto de mi hermana? -me preguntó algo enfadado.
-Ahora tengo algo mejor. -le contesté poniendo los brazos en jarras.
-¿Algo mejor que mi hermana? -volvió a preguntarme.
-Si, algo mejor. -pero sin duda no iba a decirle de que se trataba. Estaría loco si se lo dijera.
-Ya ves lo buena que está Lorena. -y apuntó un dedo hacia ella que ahora estaba de rodillas clavando por fin la sombrilla.
-Roberto. -llamó Clementina, y los dos, padre e hijo volvieron la cabeza al mismo tiempo, cosas de llamarse igual. Tu no, nuestro hijo, a veces creo que tengo un marido idiota. -le dijo ella a mamá que se rio un poco tapándose la boca con la mano para que Roberto padre no la viera.
Mamá y yo decidimos meternos en el agua mientras el resto charlaban en la arena bajo las sombrillas, la que había clavado Lorena y la nuestra.
-¿Qué tal tesoro? -me preguntó mamá.
-Muy bien mamá. Hubiera preferido que estuviéramos los tres solos, pero que se le va a hacer.
-Sabes, he pensado que tal vez deberíamos pasar a la siguiente fase. -me dijo mientras flotaba en el agua con sus tetas tocando el borde.
-¿La siguiente fase? ¿Cuál mamá? -le pregunté intrigado.
-Acércate a mi tesoro, quiero sentirte cerca.
Obedecí y ella me abrazó haciendo que mi cabeza reposara sobre sus tetas. Dios mío, que tetas tan hermosas tenía mamá, me había corrido sobre ellas, pero ahora la sensación era distinta.
Mi polla evidentemente no tardó en reaccionar. Mamá se dio cuenta y después de mirar a ambos lados, la gente que estaba dentro del mar estaba a distancia suficiente de nosotros para no ver nada, levantó un poco mi bañador y me lo bajó un poco más, debajo de entrepierna. Cogió mi polla con la mano y tras volver a mirar alrededor, empezó a masturbarme con su mano.
Dios, aquello era lo más, mamá haciéndome una paja ella misma. A eso se refería con lo de pasar a la siguiente fase. Aun así, nunca pensé que fuera tan pronto.
Pero nuestra felicidad no iba a durar lo suficiente. Yo estaba de espaldas a la orilla, pero mamá estaba de frente y entonces me empujó suavemente la cabeza bajo el agua.
Como si fuera un juego entre nosotros para disimular me di la vuelta bajo el agua y vi claramente unas piernas que avanzaban hacia nosotros. Me subí el bañador y al ascender de nuevo me encontré con Clementina y Lorena que llegaban a nuestra altura y comenzaron a hablar con mamá.
Yo nadé en círculos entre ellas para que no notaran nada raro, solo una madre y su hijo jugando en el agua, y finalmente perdí la erección, me cansé de nadar y me disculpé diciendo que volvía a la orilla.
Maldita sea, nos habían interrumpido las dos.
De regreso a la orilla, me senté con papá, Roberto y su hijo Roberto.
Al final volvimos al hotel, era la hora de comer y yo personalmente tenía bastante hambre. El mar y la casi paja de mamá me habían abierto mucho el apetito.
Comimos en el salón del hotel que a esa hora estaba especialmente tranquilo. Papá tocaba a mamá la pierna bajo la mesa y supe que algo iba a pasar después.
Subimos a la habitación para echarnos la siesta. Mis padres en la cama de matrimonio y yo en la pequeña cama supletoria que casi daba con la puerta de entrada.
Al poco oí unos pequeños sonidos. Mamá y papá hablaban en voz baja. Entendí algo de que no podían ponerse a hacerlo conmigo al lado, pero papá dijo que no podía aguantarse más las ganas.
Entonces él se puso encima de mamá y se taparon con las sabanas por encima. Yo me giré hacia el lado de la puerta tratando de no enterarme de nada, pero era imposible.
Las sábanas empezaron a moverse. Era como cuando trataban de taparse para hacer el amor en programas como Gran Hermano, pero que todo el mundo sabía perfectamente que estaban haciendo.
Papá y mamá estaban haciéndolo. Estaban follando a solo unos metros, casi centímetros de mí.
La cama temblaba con las embestidas de papá. Le estaba dando bien fuerte. No intentaban disimular, la verdad. Pero no estaba enfadado con mamá, solo con papá, por apetecerle hacerlo cuando yo estaba en la habitación y tan cerca de ellos.
Al poco rato pararon y mamá se incorporó en la cama. Papá se colocó detrás de ella y la penetró en la postura del perrito. Pude ver un segundo como su pene entraba dentro de ella.
Traté de taparme los oídos con los dedos, pero los gemidos ahogados se metían en mis oídos. No podía no escucharlos.
Tardaron un rato en acabar. Oí cosas como si, dame más fuerte, no pares cielo, te quiero tesoro, que bien lo haces, y cosas así.
Acabé durmiéndome al final, y tiempo después, no se cuánto, noté unos dedos acariciando mi pelo y mi frente que me despertaron.
-Hola tesoro. Siento que hayas tenido que oírnos y sobre todo vernos. -era mamá sentada en el borde de mi cama con sus pechos sudorosos solo cubiertos por un vestido vaporoso que se disculpaba conmigo.
-Ya lo sé. ¿Y qué otra cosa podías hacer? Noté a papá muy caliente en la comida, y como nos dieron por error estaba habitación tan pequeña, las camas están tan cerca que no pude evitar veros y oíros. ¿Dónde está papá? -le pregunté al ver que me hablaba con tanta confianza.
-Duerme en la terraza. ¿Sabes? He pensado algo. Es arriesgado, pero te lo mereces tesoro.
Me cogió de la mano y me llevó al lavabo.
Mamá cerró la puerta y echó el pestillo. Al otro lado, como la ventana del lavabo daba al exterior, oía a papá dormir.
Volvió a sacarse el vestido, se había convertido en una experta en ello, y me quitó el calzoncillo, solo dormía con el puesto. Liberó mi polla ya erecta que apuntaba a su cara y me sentó en la taza del váter. Ella hizo lo mismo en el bidé, con sus nalgas apoyadas que sobresalían un poco por los costados, y sin dudarlo un instante comenzó a masturbarme retomando la paja de la cual nos habían interrumpido esa mañana.
-Aaaah, así mamá. Se siente tan bien. -le dije.
-Gracias tesoro. Ahora dime si debo ir despacio o acelerar. -me dijo ella.
-Despacio por favor. Así, así, que bien se siente. Mmmmm. -gemí-. Suave, suave, aaaah. No te pares por dios mamá, sigue suave, suave, mmmmm, ooooooh que rico, por favor que bien se siente, no te pares por dios, no te pareeessss.
Estaba en la gloria, así de lento se sentía tan bien, pero no sabía si papá se despertaría pronto de la siesta. Quería retrasarlo, pero podría pillarnos en plena faena.
-Ahora un poco más rápido mamá. -le rogué.
-Claro cielo. -y comenzó a subir y bajar su mano más rápido, tal y como le había pedido.
Ella empezó a sudar. La situación lo provocaba, y además que el lavabo no era demasiado grande.
Mamá seguía con el sube y baja cuando oímos despertarse a papá. Por sus pasos supimos que entraba en la habitación y parecía que se dirigía al lavabo.
-Chicos, ¿dónde estáis? -nos llamó desde detrás de la puerta.
-Estoy aquí cielo. -contestó mamá sin dejar de pajearme.
Yo le hice un gesto como diciendo ¿porqué le dices donde estamos?, y ella asintió con la cabeza, me tomó de la mano, se incorporó y me ayudó a meterme en la ducha y echó la cortina justo cuando quitó el pestillo y papá entró en el lavabo.
-Sigues desnuda. -le dijo papá al verla así.
-Si cariño, tengo mucho calor aún. He entrado en el lavabo para refrescarme, pero no se me quita el calor.
-Mmmm. Podríamos aprovechar que tengas tanto calor. -y pude ver por una rendija de la cortina de la ducha como papá le sobaba bien el culo a mamá. Mi polla seguía erecta-. ¿Y donde está Carlos? -le preguntó a mamá que distraída se mojaba el pelo frente al espejo, mientras papá le seguía sobando el culo, y su polla también se volvía a enderezar.
-Bajó al comedor del hotel. Me dijo que tenía hambre. -le contestó mamá.
-Entonces mejor que mejor. Aprovechemos para echar otro rápido. -le dijo papá mientras seguía apretando sus nalgas ansioso. Quería follársela de nuevo allí mismo.
-Podría pillarnos tesoro. ¿Quieres que volvamos a traumatizarle como antes? -le dijo mamá girándose hacia él-. Guárdate un rato la polla, jajajaja, ya tendremos tiempo de volver a hacerlo.
-Está bien. Tú te lo pierdes. -le dijo papá devolviéndole la sonrisa, y por fin salió del lavabo.
Cuando sus pasos se alejaron, oí como mamá volvía a echar el pestillo. Retiró la cortina de un tirón, yo seguía quieto en la bañera con la polla tiesa, y mamá me la agarró de nuevo y retomó la paja, esta vez más rápido que antes. Yo me agarré a la cortina presa de una tremenda excitación, hasta que no pude más, y la avisé en voz baja.
-Me corro mamá, me corro, no puedo aguantar más.
-Córrete en mi boca. -me dijo ella para mi asombro.
Como si pudiera dudar de lo que me acababa de decir, abrió la boca y apuntó mi glande a ella.
-¿Lo quieres de verdad? -le pregunté.
-Si. Échamelo todo dentro. -me contestó.
Cuando le dije que llegaba al orgasmo, ella puso mi glande directamente entre sus labios y fue pajeándome despacio, de forma que mi semen salió en pequeñas descargas, pequeños chorros que mamá se fue tragando como si fueran el manjar más delicioso del mundo.
-Mgggggh. Mggggh. -gemí sin parar mientras eyaculaba agarrado a la cortina y casi a punto de caerme. Suerte que mamá me sujetó cuando terminé de correrme.
Terminé sentado de culo en la ducha mientras mamá se limpiaba con la lengua las ultimas gotas que habían quedado en sus labios.
-Dios mamá. Ha sido increíble. Nunca pensé que te tragarías mi corrida. -le dije saliendo de la bañera.
-Te lo merecías tesoro. Te merecías una buena paja y acabar a lo grande. ¿No crees?
-Si, mamá. Te quiero más que a nada en el mundo. -y me abracé a ella y luego besé su boca que me supo a mi semen, pero no me importó para nada. Quizá era el adolescente más afortunado y feliz del mundo.
Tal vez hubiera otras madres en el mundo que masturbaran a sus hijos, y tal vez se tragaran su leche, pero para mí solo existíamos mamá y yo.
Después salí del baño sin que papá pudiera verme y abrí y cerré la puerta de la habitación para simular que había estado en el comedor del hotel.
Papá y mamá se cortaron un poco a la hora de hacerlo. Esperaban a que estuviera en la playa con Roberto y su familia, o abajo en el comedor, o incluso solo dando un paseo, pero ya lo no hacían conmigo en la habitación.
Mantuve mi secreto solo para mí. Tuve que fingir que finalmente me había hecho una paja mirando la foto de Lorena para que Roberto no me diera más la tabarra.
Si me fijé en que Roberto intentaba tontear con su hermana, pero Lorena no le hacía ni puñetero caso.
¿Su madre Clementina le haría también pajas como la mía a mí?
Una mañana llegó papá pronto, había estado dando un paseo por la playa después de desayunar, y nos habló de una cala que estaba a unos 5 kms del hotel.
Decidimos ir esa misma mañana.
Mamá para nuestra sorpresa, iba solo vestida con un bikini, uno rojo que le sentaba estupendamente, y un pareo. Papá y yo con bañador, pero con una camiseta y un pantalón corto por encima.
Íbamos sentados detrás mamá y yo. Papá conducía, y la bolsa que llevábamos para la playa en el asiento del pasajero.
Estábamos cerca de la cala, supuse, porque la línea de la costa se hacía más curva dando a entender que la cala se acercaba, cuando mamá se tocó el trasero.
-Ufff, creo que me he quemado. -dijo ella.
-Te lo dije cielo, no deberías haberte puesto solo el bikini y el pareo, los asientos queman mucho en verano. Anda, ponte crema. -le dijo papá pasándole el bote de crema solar que cogió de la bolsa.
-¿Podrías untármela Carlos? -me pidió mamá señalándome con el bote.
-Claro mamá. ¿Dónde te escuece? -le pregunté.
-En la nalga izquierda. Pero dame en la otra también.
-De acuerdo. -le dije.
Mamá se quitó el pareo dejándome ver la anatomía de sus nalgas marcadas por la braga del bikini.
Se inclinó hacia un lado y retiró un poco la tela, dejándome la mejor vista que pudiera tener en ese momento con papá delante.
Le extendí la crema por su nalga enrojecida mientras mamá daba gemiditos de placer y consuelo.
-Dame ahora crema en la otra cielo.
-Claro mamá. -le dije-. ¿Así está bien?
-Si tesoro. Se siente muy bien. -me contestó, pero claramente lo decía con otra intención.
-Vaya, y ahora no nos queda casi gasolina. -dijo papá de repente después de que mamá volviese a ponerse el pareo.
-¿Y a quien se le ocurre no llenar el depósito tras hacer tantos kilómetros desde el pueblo? -le dijo mamá dándole un golpecito suave en el hombro.
-A mi Andrea, solo a mí. -y papá se rio con ganas.
Después de un rato, vimos un cartel que decía Gasolinera a 1 Km, no creí que la cala estuviera tan cerca si había una gasolinera entre medias de nuestra playa y la cala.
Efectivamente llegamos a la gasolinera, pero la línea de la costa se había alejado. La cala seguramente estaría en el siguiente pueblo.
Papá bajó del coche y miró alrededor. No parecía que hubiera nadie atendiendo.
-Voy a ver si alguien dentro. Esperadme dentro del coche. -nos dijo papá.
En cuanto entró en la gasolinera mamá me dijo si podía mirar si la crema había hecho efecto.
-De acuerdo. -le dije.
Mamá se volvió a quitar el pareo y directamente se bajó la braga del bikini hasta los tobillos.
En ese momento acercó su cara a la mía y nos besamos apasionadamente. No tenía mucha experiencia en besar a una mujer, pero mamá lo hacía todo más fácil.
Cuando separamos nuestros labios bajé mi mano hasta su entrepierna y busqué con mis dedos su vagina.
-Así no tesoro. Todavía es pronto. La verdad es que nos estamos arriesgando mucho cielo. Pero no puedo evitarlo, estar a solas a tú lado me excita tanto.
Ese “me excita tanto” sonó en mi cabeza como si fuera con eco, amplificado y me puso más cachondo de lo que ya lo estaba.
-A mí también mamá. Te deseo un montón. -le dije sudando. En el coche hacía mucho calor.
Para dejarle claro lo que la deseaba volví a bajar mi mano hasta su coño. Ella me cogió de la mano y me fue guiando.
-Debes acariciar primero los labios vaginales. ¿Entiendes hijo? Así suavemente, como tú me pediste que te hiciera la paja.
-Vale mamá. -le contesté.
En eso estaba acariciando sus labios cuando sonaron unos golpecitos en la ventanilla.
-Chicos, no he encontrado a nadie, pero he llamado a un teléfono que tenían anotado junto a la caja y enseguida vendrán.
-De acuerdo. -respondimos nosotros al unísono.
Menudo susto nos dimos. Estábamos tan concentrados que no habíamos oído volver a papá, pero como afortunadamente las ventanillas de atrás tenían los cristales opacos no pudo vernos.
-Tendremos que dejarlo para más tarde cielo. -me dijo mamá y me besó en la boca mientras oíamos como papá volvía a entrar en la gasolinera.
-Luego podemos hacerlo al revés mamá. tú te masturbas, y yo miro como lo haces y así aprendo de ti.
-Mmmmm, como te quiero tesoro. -y me echó mano a la polla que ya estaba dura como una piedra.
Después de que llegara el encargado de la gasolinera y llenáramos el depósito, decidimos volver al hotel, porque ya era tarde y nos había entrado apetito, aunque el mío y el de mamá eran también de otro tipo.
Comimos y volvimos a echarnos la siesta. La verdad es que, pensándolo bien, no encontraba el momento donde quedarnos solos yo y mamá.
Los días transcurrieron tranquilos, yendo a la playa, comiendo, haciendo alguna excursión, encontramos la famosa cala tres días después, y tratando de evitar a Roberto y su familia, aunque fue bastante difícil no encontrárnoslos cada dos por tres.
Una noche papá nos propuso ir a un cine de verano que estaba bastante cerca del hotel.
Aunque la película era una reposición, decidimos ir a verla. Mamá llevaba un vestido vaporoso y nosotros ropa cómoda.
No tardó mucho papá en quedarse dormido al poco de empezar la película.
Mamá sacó un papel del bolso y un bolígrafo y le dejó una nota a papá en el regazo. Decía:
“La película es muy aburrida. Tu hijo y y volvemos al hotel”
Nos cogimos de la mano mientras volvíamos al hotel.
-¿Y si vuelve papá antes de que acabe la película? -le pregunté a mamá
-Diremos en recepción que papá no volverá hasta mañana, que tenía una reunión de trabajo. Además, se dejó el móvil en la habitación, por lo que, si se despierta antes, no podrá llamarnos. Y si vuelve, no te preocupes, atrancaremos la puerta para que no pueda entrar. De todas formas, la película es bastante larga, y tuve la precaución de que tu padre bebería unas cervezas de más. Las cañas le dan muuchoooo suuueeeeñoooo. -dijo estirando las palabras. Yo no podía parar de reírme. Mamá me dio un beso y me agarró la nalga izquierda y le devolví el gesto agarrándole la derecha.
Lo que comenzó siendo un consejo de papá, que me viera mientras me masturbaba, ya llevaba 4, casi 5 pajas contando la que casi sucedió en el mar, y ahora nos dirigíamos hacia otro placer, esta vez el de mamá. Y yo estaba muy feliz de ser participe esta vez de su masturbación.
Nos encerramos en la habitación. Mamá atrancó la puerta con mi cama supletoria. Se metió en el lavabo y se peinó un poco. Su pelo estaba casi perfecto y enseguida salió. Me miró deseosa y me besó en la boca compartiendo su lengua con la mía. Al sentir su sabor se me puso dura enseguida.
Los dos estábamos excitados. No tardamos en quitarnos la ropa, y mamá que había traído una toalla del baño la dejó sobre la cama doblada por la mitad.
-Mira tesoro. Fíjate bien como se hace. -me dijo abriéndose de piernas y mostrándome totalmente su coño, no como la otra vez.
Se llevó los dedos a su vulva, su coño, y comenzó a acariciar los labios mayores con sus dedos.
Yo asentí con la cabeza mientras ella obraba con sus dedos. Me subí a la cama observando detenidamente como mamá se acariciaba los labios menores después de haberse acariciado los menores, y luego pasó a estimular su clítoris.
-Aquí es donde las mujeres sentimos más placer tesoro. Mmmm. -dijo mientras se acariciaba el clítoris con el dedo en círculos suaves. Acércate más y prueba tu cielo.
Obedecí, estaba muy excitado y mi pene ardía por la erección y el deseo. Me chupé el dedo índice como ella me había recomendado y empecé a hacer pequeños toques en su botoncito del placer.
-Así tesoro. Se siente tan bien, mmmm. -y diciendo esto se mordió el labio inferior-. Ahora mi niño está masturbando a su mamá. Mmmmm, que bien tesoro, sigue así, muy suave en el botoncito, mientras mamá se acaricia los labios.
Me tumbé mejor para llegar bien a su clítoris, colocándome entre las piernas de mamá que me acogía como si fuera papá.
Alternábamos con la caricia a sus labios y a su clítoris. Cuando mamá vio que no podía aguantar más, agarró mi polla y le dio unas buenas sacudidas, mientras que con la mano libre, seguía masturbándose, hasta que estuvo lo suficientemente húmeda, sus fluidos manchaban la toalla, entonces introdujo su dedo índice en su coño mojado. Eso me puso más caliente de lo que ya lo estaba.
-Mete tu dedo en mi coñito hijo. -me animó mamá.
-Si, si mamá. Hice lo que me dijo e introduje mi dedo meñique en el.
-Mejor el índice tesoro, llegarás más adentro.
-Si, sí.
Cambié el meñique por el índice y lo introduje en su coñito. La sensación era maravillosa, sentir algo caliente y húmedo a la vez.
-Aaah, aaah, si tesoro, así, muy bien, vas muy bien, no te pares, sigue con el mete y saca, así mi pequeño, asiiiii, dioosss, que gusto le das a tu madre, joder que bueno, sigue así, así, así, mmmm,
Mamá se retorcía de placer al ritmo que le daba a mi dedo. Sudaba y no paraba de temblar mientras la follaba con mi dedo y ella se seguía masturbando el clítoris, hasta que no pudo más y se corrió.
-Ufff, tesoro que bueno, es genial cielo, lo siento, ya viene, tu mamá se corre, me corro tesoro mío, me corro, no puedo más, ¡ME CORROOOOOOOOOOOOO! ¡SI, JODER, ME CORROOOOOOOOO! ¡TU MADRE SE ESTÁ CORRIIIEEEENDOOOOOO!
No paró de gemir, aunque en voz baja para que nadie pudiera oírla, pero se estremeció varias veces, no paraba de temblar y de jadear, y de gemir, y detuve mi dedo en su interior, hasta que ella dejó a acariciarse el clítoris, su orgasmo se fue diluyendo y entonces mamá agarró mi polla con su mano húmeda por su clítoris y solo tuvo que subir y bajar unas cuantas veces hasta que acercó mi polla a su rajita y derramé todo mi semen acumulado sobre ella.
Chorros y chorros salieron disparados hasta su rajita y su pubis donde quedaron manchándolo todo.
Recuperamos la respiración mientras yo me quedé tumbado sobre mamá entre sus piernas como si acabáramos de follar, aunque fue lo más parecido a ello.
-No te preocupes tesoro, tomo la píldora. -me dijo al ver que miraba mi corrida en su entrepierna mientras estábamos así juntos y me acariciaba el pelo.
-Ha sido increíble mamá. Te quiero mucho. -le respondí acariciándole el pelo también y besándola suavemente en la boca.
-¿Sabes? Es temprano. Quizá deberíamos lavarnos e ir a buscar a tu padre al cine, el muy dormilón. Jajajaja.
Pero no teníamos demasiada prisa en ir a buscarle. Nos quedamos un rato más en la cama acariciándonos y besándonos como dos amantes.
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